Semillas: fuente de vida
Las semillas contienen una gran cantidad de nutrientes concentrados en una dimensión muy reducida. Son lo que llamamos alimentos con una alta densidad nutricional. La mejor manera de consumir estos tesoros de la naturaleza es crudos o tostados (nunca fritos) y sin salar. Para impedir que se deterioren sus propiedades organolépticas, las podemos conservar en la nevera, ya que con el calor se enranciarán antes sus ácidos grasos.
Las propiedades genéricas de las semillas son:
Gran aporte de Fibra: regulan los niveles de azúcar en sangres, evitan el estreñimiento, ayudan a reducir el colesterol.
Fuente de aminoácidos: son una buena fuente de proteínas, pudiendo enriquecer platos ligeros como ensaladas.
Ricas en Antioxidantes: contienen Vitamina E, sustancia que interviene en el buen funcionamiento del sistema Inmune, el metabolismo y la salud de nuestra piel.
Ricas en ácidos grasos insaturados: son cardiosaludables. En nuestra dieta debemos tener un equilibrio entre W3, W6 y W9 para evitar posibles efectos negativos al predominar uno de ellos en la dieta. Por ello, hay que variar las fuentes de ácidos grasos.
Variedades:
Cada vez encontramos más variedad de semillas en la estantería del supermercado: Lino, sésamo, chía, girasol, calabaza, etc.
Si las consumimos directamente, probablemente se expulsen intactas, por lo que vamos a hacernos con un molinillo de semillas o un mortero con surcos para poder triturarlas previamente a su consumo. Podemos hacer un mix de semillas y triturar una cantidad media (100gr) y guardarlas en un botecito para ir usándolas en los 2 o 3 días posteriores. Es preferible que sea una cantidad que vayas a gastar pronto, ya que al haberlas machacado, los ácidos grasos entran en contacto con el aire y son más susceptibles de enranciarse.
Dónde podemos usarlas:
Podemos añadirlas a prácticamente cualquier plato salado: sopas, cremas, ensaladas.
Si cortas fruta y añades semillas, tendrás una textura crujiente muy agradable.
En crema, como el Tahini (pasta de sésamo) podemos añadirlo a nuestros patés vegetales como el Hummus de garbanzo o judías blancas.
Añadidas al cereal de desayuno (avena, trigo, centeno).
Las opciones son infinitas. La única precaución que deberás tener es evitar un calor excesivo o cocinarlas. Añade tus semillas cuando el plato esté terminado y a punto de servirse.
Semillas de Chía
Para acabar, quería nombrar estas semillas que tan de moda están ahora. Se venden como fuente de aminoácidos y de Omega 3, un ácido graso esencial beneficioso para la salud. Francamente, la cantidad que podemos ingerir de este alimento es tan pequeña, que no deberíamos contar con ellas como único fuente de este ácido graso.
Además debes tener en cuenta que sin la ingieres directamente de su envase, probablemente no recibas ningún beneficio aparte de su aporte en fibra. Para poder aprovechar al máximo sus beneficios, debemos dejarlas en remojo en un vaso de agua durante 10-15 minutos y bebernos el agua con ellas. Mediante este proceso se hincharán y reblandecerán, y sus ácidos grasos y fibra soluble estarán más disponibles.
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Fotos: Pixabay.com